Aceptar(te), mejorar tus relaciones, perdonar(te), expresar tus emociones… son razones de peso para comenzar un proceso terapeútico.
Tampoco subestimemos, no obstante, los procesos de dolor, ruptura (de muchos tipos) o malestar. Reconocerlos es primordial, así como percatarse de si ese camino debe realizarse en compañía.
Ansiedad, estrés, agotamiento o baja autoestima son términos que terapeutas de todo el mundo atendemos a diario. Tal vez los identificas en ti.
Quizás es el momento de entender tu miedo como soporte de confianza en vez de bloqueo y puedas transitar por él generando relaciones de seguridad a tu alrededor y para contigo. Quizás sea éste un buen comienzo para tratar tu tristeza como aporte de crecimiento y enseñanza en vez de evitarla y centrarte en la negación. O tal vez consigamos ahora comprender que el enfado puede acercarte a la equidad.
¿Comenzamos este camino?