Junto a la vergüenza o el orgullo forma parte de aquellas emociones apellidadas sociales. Si los valores son el punto clave en el sentimiento de culpa en las culturas occidentales… ¿qué podemos hacer con el sentimiento de culpa?
Los valores, según el profesor Belmiro Castro (2017), son aquellas pautas de conducta y de intereses que nos guían a las personas.
Cuando coexisten valores opuestos, hay probabilidad de que tengamos que enfrentarnos a conflictos, por tomar decisiones, y a sensaciones contradictorias, por nuestro comportamiento.
Y la culpa, como emoción social relacionada con valores morales, se disfraza de prudencia cuando en realidad es un instrumento que nos lleva a tomar decisiones nocivas manteniendo relaciones disfuncionales.
«La culpa es como un saco de ladrillos: solo hay que descargarlo.»
Al Pacino Postéalo
La culpa, entre las emociones sociales
No nacemos con culpa, con vergüenza, con orgullo o con arrepentimiento, sino que lo aprendemos. El contexto familiar y el social, junto con las creencias, son los “educadores” de estas emociones. Por ello las tradiciones modulan nuestra culpabilidad.
Tal y como exponen los catedráticos chilenos en Psicología Fernando Maureira y Crystian Sánchez (2011), las emociones sociales no poseen ninguna finalidad funcional orgánica aunque sí activen ciertos neurotransmisores y núcleos cerebrales. Se dan en las acciones del lenguaje y, por tanto, son el resultado de actividades relacionales.
Por ejemplo, en la cultura anglosajona, para localizar el sentimiento de vergüenza derivado de una percepción de culpa se utiliza el término shame frente a embarrassment cuando se refieren al sentimiento de vergüenza alagador.
Responsabilidad frente a culpa como emoción funcional
Transcribo un pensamiento de la psicóloga clínica Eva Herber (2021): «Imaginemos el nivel de liberación, transparencia y toma de responsabilidad que sería posible si la cultura cristiana del culpa, mea culpa pasara a priorizar la compasión con uno mismo por encima de la condena del presunto “pecado” cometido».
El chantaje emocional como generador de culpa está presente en el gaslighting, del que actualmente tanto se habla, en la sobreprotección o incluso en el autocastigo. El denominador común sería bloquear para controlar(se), en el sentido negativo del concepto.
Por el contrario, también podemos tratar una versión más funcional o adaptativa de la culpa desde la responsabilidad, donde una autoestima sana y la autonomía personal estarían presentes. Y aquí el denominador común sería accionar para avanzar racionalmente. Tenemos muestras en distintas culturas:
¿Cómo podemos comenzar a reconducir nuestras culpabilidades?
Transcribo un pensamiento de mi compañera la psicóloga clínica Eva Herber (2021): «Imaginemos el nivel de liberación, transparencia y toma de responsabilidad que sería posible si la cultura cristiana del “culpa, mea culpa” pasara a priorizar la compasión con uno mismo por encima de la condena del presunto “pecado” cometido».
Por ello, puedo comenzar por los siguientes pasos:
- Diferencio qué es lo que depende de mí. Soy únicamente responsable de mis pensamientos, emociones y comportamientos. Nunca de los del resto de personas.
- Asumo lo ocurrido. Analizo el contexto y el momento para perdonar a “mi yo del pasado”.
- Reviso mis autoexigencias. Reflexiono acerca de mis creencias y expectativas, reconsiderándolas.
- Construyo nuevos objetivos. Identifico mis fortalezas y mis límites. Me valoro por lo que soy, no por lo que hice.
La autoamabilidad y gratitud son facilitadoras en la gestión de la culpa
El equipo de la doctora en Psicología María Prieto (2020), encontró una relación negativa entre culpa y auto-perdón. Es decir que, cuanta más culpa siento, menos capacidad de perdón tengo conmigo.
La relación intrapersonal, la autoamabilidad (yo diría más que el perdón) y la gratitud son conceptos que se desarrollan en una autoestima sana o, incluso más apropiadamente, junto a un autoconcepto adecuado basado en la seguridad y la confianza. Por ello, podríamos asociar culpa y vergüenza con baja autoestima a la hora de explicar el bloqueo en el que, normalmente, nos vemos envueltos al sentirnos culpables.
Cuando la vergüenza no implica sentimientos de inferioridad favorece el cambio de conducta en las personas. Diferenciemos vergüenza de introversión.
Trabajar la aceptación y la honestidad tras un análisis realista, en ciertas ocasiones, desde un punto de vista nuevo puede resultarnos complicado. Si sientes que no logras realizar ese trabajo o que no encuentras las herramientas adecuadas, te recomendamos consultar con nuestro equipo de profesionales de la Psicología.
Bibliografía
- Castro, B.M., Reis Neto, M.T., Pena, L.K., & Ribeiro, M.H. (2017). Valores. Una revisión de la literatura. Mediaciones Sociales, 16, 211-229. https://doi.org/10.5209/MESO.58117
- Guerola, E., Prieto, M, & Panigua, D. (2020). Culpa, aceptación de responsabilidad y conductas reparatorias en el proceso de perdón a uno mismo. Revista Clínica Contemporánea, 11(24), 1-12 https://doi.org/10.5093/cc2020a19
- Herber, E.K. (2021). Activa tus fortalezas. Madrid: Kailas.
- Maureira, F. & Sánchez, C. (2011). Emociones biológicas y sociales. Psiquiatría universitaria, 7(2), 183-189.
4 comentarios
El sentimiento de culpa puede llegar a generar un bloqueo emocional que puede generar en angustia o ansiedad. Muy buenos consejos compartes y recomendaciones. Es grato leerte. Un abrazo
Indudablemente los episodios ansiosos se ven ampliados con los sentimientos de culpa. Mil gracias, Nuria.
El sentimiento de culpa es uno de los sentimientos más limitantes del ser humano sin duda alguna, una cosa es ser responsable y otra vivir siempre pendiente de lo que digan los demás, de tener miedo a tomar decisiones, un gran artículo, te mando un cordial saludo.
Exacto: limitante porque nos bloquea y nos anula…
¡Gracias, Oscar!